Piú Avanti

Muchas veces la gente se queja por lo que tiene y por aquello de lo que carece. Ni que decir de las decenas de veces que TODOS hemos dicho: "la puta madre, siempre me pasa lo mismo", o "Lo peor siempre me pasa a mi".
Cada uno tiene lo que quiere, ES lo que quiere y, por sobretodo, vive aquello por lo que luchó. Cuántas veces nos hemos encontrado en situaciones en las que era más facil darse por vencido que seguir adelante, y luego nos hemos arrepentido por haber perdido aquello que tanto buscábamos? Cuántas veces dejamos ir a aquel amor por sentirlo perdido, a aquel amigo por asumirlo distante, aquel primo o hermano ante una diferencia presuntamente irreconsiliable... cuántas?
Cuántas veces se nos fue alguien sin que le dijéramos "te amo"? Acaso no se sintió como si un pedacito nuestro muriera también con esa persona?
Me han pasado tantas cosas, que las ganas de mandar todo al carajo nunca me faltaron. De querer tirar todo aquello en lo que trabajé por sentir que no había lugar a dónde llegar. De simplemente darme por vencida mientras miro hacia abajo desde el borde de lo que uno cree un precipicio. Y sin embargo, siempre seguí adelante.
Cuando tenía 9 o 10 años, hablando con mi mamá ella me preguntó "Pero.. no sabés quien es Almafuerte?", obvio que yo con mi menos de década de vida le dije que no, y me la quedé mirando con cara de: que tiene q ver con lo que me estas diciendo?. Ella me explicó que era un poeta platense, contemporáneo, que había escrito poemas hermosos y que si bien era muy avanzado para mi, debería leerlo.



Al día siguiente fui a la biblioteca de mi colegio y saqué una antología de versos de Almafuerte. La leí entera, sin siquiera entender la mitad de lo que decía; pero hubo un poema, uno de entre toda la antología que en ese momento no pude apartar de mi mente. Lo copié en una hoja, y lo volví a escribir. Le dibujé flores con lapiceras de colores , y lo voví a escribir. Tanto así, que se quedó grabado en mi mente, más allá de lo que fuera a sospechar. Y quisiera Dios que en ese momento mi conciente lo ocultara y las hojas se perdieran. Y quiso Dios que años después, cuando tuve la capacidad de entender aquel poema, un señalador de libros que me regalaran en una vieja biblioteca tuviera impresas aquellas palabras. Palabras que recito cada día que el mundo se me cae encima, que susurro ante tribulaciones que me quitan el sueño. Palabras que estan quemadas a fuerza de golpes, y que ya no olvidaré jamás. Aquellas palabras que de una manera u otra me recuerdan que cada uno no es más ni menos que lo que realmente quiere ser, que lo que cosechamos no es más que un reflejo del sudor de la siembra.
Y quién diría que con 22 años terminaría agradeciéndole a un poeta por haberme dado fuerzas en muchos momentos, durante muchos años (uno 10, de hecho). Y quièn diría que uno agradecería alguna vez a su madre el haberle inculcado un poeta.




Molto piú Avanti


No te des por vencido, ni aun vencido
Ni te sientas esclavo, aun esclavo
Trémulo de pavor, siéntete bravo
y acomete feróz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido,
que ya viejo y ruín vuelve a ser clavo
Más no la estúpida intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Haz como Dios, que nunca llora
o como el Diablo, que nunca reza
o como el Robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora.

Que muerda y vocifere vencedora
ya rondando por el polvo tu cabeza!

Almafuerte.

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